Los premios en forma de comida se utilizan en la educación de los perros y en las terapias de comportamiento al actuar como refuerzo positivo.
Las recompensas comestibles pueden ser muy útiles durante el proceso de aprendizaje, pero sólo si se utilizan de forma adecuada:
La comida debe ser un premio y no un soborno; es decir, la daremos una vez realizada la tarea requerida y no antes.
Los premios no son todos iguales y hay que ajustar su valor a la dificultad de la acción realizada: las mejores recompensas son para las tareas más difíciles y las acciones más sencillas se pueden recompensar con la comida habitual.
Una vez aprendido un nuevo comportamiento es importante cambiar rápidamente a una pauta intermitente de recompensa, de forma que el perro no sepa nunca cuándo se le va a ofrecer el próximo premio.
La ración diaria debe calcularse teniendo en cuenta los premios que el perro recibe durante la jornada, con el fin de evitar la sobrealimentación y prevenir la obesidad.
Por último, debemos recordar que la comida no es el único premio que podemos dar a nuestro poodle. Algunos prefieren halagos, caricias o juegos, que además ayudan a reforzar la relación entre el perro y su propietario.